martes, 16 de febrero de 2010

UN ARMA EN SU MANO XXI



Good Times Cristo me convidó a almorzar el mismo día en que le llamé. Buena señal. Me convocó en su club membershipsonly. El pavo que vestía de pingüino se daba importancia haciendo que buscaba mi nombre en su librote de reservas. Como si uno no supiera que lo rebuscaba era un billete de propina. Puse cara de dontranquedo y no aflojé ni un centavo. ¡Que le jodan a ese adefesio de lacayo de plutócratas!
Agradecí que Cristóphoro no se anduviese por las ramas. Al primer sorbo de su martini dijo:
-Te debo una. Me salvaste de un mal paso y ahora te escucho. Te libero de preguntarme por mi vida. Y yo tampoco lo hago por la tuya porque estoy al cabo de la calle.
No soy persona que se ande con jerigonzas ni garambainas, pero opino que los negocios requieren su poquito de conversación. Y servidor se disponía a dar buena cuenta de una langosta termidor y de un solomillo wellington, regados con un vinito francés que costaba más de lo que valen mis apellidos. Pero...en el correccional cayó en mis manos una novela escrita por un tipo antiguo llamado Marco Aurelio, o algo así, que me enseñó que como mejor se aguanta el tipo es estando uno calladito y metidito en su zorrera. Dejé pasar mi turno y me concentré en la mejor carne que he catado nunca, si descontamos la de la noche que me encamé con la señora del Secretario del Tesoro. Pero esa es otra historia.
 -Me he puesto en contacto con un amigo que te dará el próximo lunes ochocientos mi dólares. Te quitas de las calles, te compras ropa de verano en Brooks Brother's y te vas a vivir a Honolulú, dijo Cristo. Es todo.
En cosa de un periquete, mis acciones en la bolsa de valores habían ido pasando de nada a un cuarto de millón, luego a medio y ahora a ochocientos mil machacantes. Y todo por cultivar el oficio de holgar.
 
(continuará en mi blog http://manuelmariatorresrojas.blogspot.com/)

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