(fotos del autor)
Lo que fuera mi leonera de jugar
creció conmigo como cuarto de inventar
la enojosa habilidad de consumir el presente
quemando futuros que, de vuelo,
se trocaban en días de hoy en día,
aún más imperfectos que los ayeres dejados atrás.
Prisas por vivir, amalgama de ráfagas del pasado,
del ahora, del luego y del siempre,
que busco sin querer y causo aposta,
en el despeñadero del tercer sueño.
Oficiamos un domingo vacío el recuerdo
de diez años del muerto hermano,
que anda en una eternidad sin tiempo ni cuerpo,
a la espera de una no sé qué gloriosa e improbable
resurrección de su carne, de todas las carnes.
En la liturgia del sueño me rodean caras parecidas a la mía,
que brotan en personas de mi propia sangre.
¡Confusión de delirios en el solitario inventario
del tercer sueño, amanecidas baldías de seres querientes!
¡Cambio de palabras nocturnas en la frontera del despertar!